Me estoy obligando a ser frágil porque de tanto forzarme a ser fuerte me olvidé que la debilidad también es una fortaleza, tiene mala fama, pero sin dudas es una forma de demostrar nuestra nobleza. Aunque con toda franqueza, es de esperarse que a lo largo de la vida, hay quiénes la verán como una oportunidad interesada y otros que la reconocerán como una fortuna desinteresada y auténtica.
Es importante saber que sólo algunos apreciarán el hecho de haber encontrado a un igual magnánimo y recíproco con el cual ser y pertenecer, sobre todo porque a veces identificamos en el otro un valor que quizás ya poseemos o por lo menos uno al que aspiramos.
Pienso que no debemos esconder nuestra fragilidad ni armarnos una coraza, porque el simple hecho de ser leal ante nuestro propio ideal implicará que tarde o temprano aquellos ventajeros ya no puedan estar con nosotros, por ende, no serán más que experiencias de aprendizaje de las cuales habrán más ganancias que pérdidas.
Ser auténticos y leales a nuestro sentir puede ser la única fórmula para hallar personas en las cuáles podamos pedir ayuda o podamos confiar, para que puedan entenderme voy a tratar de explicarlo de forma diferente, las relaciones humanas son muy complejas y dependerán siempre de la idea que tenga cada uno sobre lo que implica amar o ser amado, en ocasiones, es como si tuviéramos un jardín plagado de rosas y una de todas ellas decide sólo mostrar sus espinas, negándose por completo a mostrar su belleza al mundo exterior. Esto quizás le sirva para espantar gente que quiera aprovecharse de ella, de personas malintencionadas que sólo busquen saciar un deseo banal de tener algo tan bello, pero también le evitará conocer personas que estén dispuestas a regar, nutrir y potenciar su belleza.
Sólo alguien noble decide arriesgarse a clavarse las espinas de una rosa que sufre de su maldición, porque en el fondo sabe que la belleza carga consigo el peso de haber sido víctima del descuido, pero aún así sigue irradiando esa belleza buscando cautivar a quien abrace tanto las virtudes como las falencias.
Pero volviendo al punto anterior, ningún sabio y noble podría cautivarse con una rosa que solo muestra las espinas, porque aunque quizás no tengan la culpa de su oscuridad, nadie que busque a quien nutrir puede regar con remordimiento y ver florecer su jardín.
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