No me interesan los románticos empedernidos como los de las películas clásicas que nos inculcan desde hace años, esos personajes noveleros que viven disfrazados de detalles banales, porque no debemos olvidar que las flores que suelen regalar, son arrancadas de raíz, impidiendo que la pobre crezca y muera a su semejanza, no podemos negar que hay cierta crudeza en ese afán de demostrar amor a quienes la devoción por el mismo se da a cambio de limitar a un extra.
¿Desde cuándo el amor se construye a partir de un cementerio de flores?
Así como no quiero flores, tampoco quiero que amar implique condiciones, quizás ninguna de mis convicciones acompañe a estas generaciones contaminadas de ambiciones insustanciales pero me niego a sentir que amar implica un costo, porque el consumidor, siempre podrá retractarse de su elección, y las devoluciones en el amor, no son más que decepciones que determinan qué lugar le damos al amor luego de tan devastadoras sensaciones.
Comentarios
Publicar un comentario