Paradójicamente, en el día del escritor, me encuentro sin palabras, justo yo, que me gusta y adoro esta práctica como no amé nada en mi vida. Por eso no puedo creer que estoy tan muda como el primer día que existo en este plano, se que cuando uno recién llega al mundo no es del todo mudo pero no podemos negar que la forma de expresarnos siempre es limitada y hasta compleja, como si habláramos un idioma totalmente ilegible para las personas, y por más que todos pasamos por esa etapa alguna vez, una vez que desarrollamos un lenguaje propio, se nos hace casi imposible comprender el poco lenguaje de los recién nacidos, porque de alguna forma debemos descifrarlo o descubrir la necesidad desde el sentido común.
Hoy en día creo que puedo afirmar que estando en la adultez, nos puede pasar lo mismo que le pasa a un recién nacido a la hora de expresarnos, sólo que esta vez no es por una limitación del lenguaje ni por una incapacidad de comunicar a través de palabras que den sentido a un sentir, sino que tiene que ver con la incapacidad de reconocer aquello que no queremos aceptar.
Dar con las palabras justas que le den nombre a un sentir puede doler y costar muchísimo trabajo interno, pero para descifrar lo que sentimos, debemos empezar siendo honestos a pesar del costo, porque usando el sentido común, sería una pena vivir asfixiándonos con esas palabras que no decimos, porque el día que tengamos que descansar en paz, nos vamos a llevar todo ese rencor que quizás nos atormente en alguna otra realidad, o porqué no, en aquella eternidad que algunos la ven como una bendición, de solo imaginarme en la eternidad con todo esto guardado adentro mío me hace pensar que esa bendita eternidad no sería menos tormentoso que el infierno.
De hecho, a mi me pasa que a pesar de conocer muchas palabras, porque me gusta saber de ellas, actualmente siento que ni agarrando un diccionario podría escribir de forma legible esto que siento en mi corazón, porque esas palabras que casi dejé que se llevaran de mí, no las puedo tener guardadas en mi corazón porque lo terminarían envenenando, entonces las tengo atravesadas en la garganta y como todo aquello que se queda en la garganta, asfixia, y la única forma de escupirlo es recibiendo un golpe en la espalda tan fuerte como sea posible, porque las palabras que no dije hasta ahora porque no pude, se clavaron en mi como espinas que no quieren bajar, porque saben que vivir dentro de un lugar al que no pertenecen es sufrir de más y tampoco se atreven a salir hacia afuera, porque una vez que salgan, probablemente no vayan a encontrar un lugar en el que pertenezcan y se convertirán en recuerdos nómadas que con el tiempo se van a terminar esfumando en el aire o buscarán permanecer como fantasmas en una memoria ya olvidada, y aunque todos dirán que lo mejor es exteriorizar todo eso y dejar que se esfumen, siempre existe cierta nostalgia en olvidar algo que creíamos bueno, porque por más mal que nos cause la permanencia de un recuerdo, a veces elegimos sufrir por ese temor a olvidarnos, ya que sabemos que todo lo que es olvidado, pierde su identidad y su poder sobre nuestras acciones, como consecuencia de esa pérdida también se esfuma para siempre esa sensación de bienestar que alguna vez sentiste, o peor, te des cuenta que esa sensación de bienestar, nunca fue más que una ilusión de tus propias expectativas.
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