Ir al contenido principal

“Tenedor libre”

Desde muy chica una de las pocas salidas familiares que hacíamos antes de que la misma se dividiera, era salir a comer a un restaurante tenedor libre, incluso recuerdo que lo frecuentábamos mucho más en ese momento en donde mis padres sabían que estábamos sobre una cuerda floja. De hecho, todos nos agarrábamos de las paredes con tal de bancar un poco más la turbulencia que finalmente llegaría al derrumbe no mucho tiempo después.

Era tan emocionante saber que íbamos a poder comer hasta saciar nuestro apetito por completo, incluso con alimentos que quizás no nos apetecían pero estaban ahí, al alcance de nuestras manos y de forma desmedida. Daban atención digna y merecedora de un rey, era un servicio dispuesto a saciar todos tus caprichos.  

Hoy con una edad muy lejana a la de la infancia y con algunos baches emocionales inexplicables, identifico problemas muy parecidos a los que mis padres manejaban en ese entonces, solo que sin menores involucrados de por medio. 

Pienso en lo ciego que nos vuelve la emoción y la inocencia en situaciones que esconden un enorme sufrimiento por parte de quiénes intentan protegernos, a veces ocultando emociones que sin habérmelas transmitido en ese momento, hoy las puedo describir por cuenta propia.

Absurdamente considero que el amor es muy parecido a ir a un tenedor libre. 

Sé que hoy el dolor es mío, pero inevitablemente se me hace un deja vú que me transporta al pasado y me recuerda al desamor que vivieron mis padres.
En el amor, al principio todo es emocionante y te morís de ganas de hacer todo, de saciar vorazmente el instinto más primitivo hasta el cansancio. El problema comienza cuando uno toma asiento y espera que el amor se convierta en el mozo que está a su disposición para servirte lo que desees cuando lo desees sin poder negarse porque tiene que llenar tus expectativas, ya que el otro que sirve, debe conseguir conservar ese puesto para probarse a si mismo que puede cumplir con su labor y sobre todo asegurarse de recibir la propina generosa del que recibe la atención. 
Esas relaciones, que exigen y no dan se vuelven un "tenedor libre emocional", en el que aquel que sirve constantemente sin recibir nada a cambio comienza a frustrarse porque la recompensa nunca llega.

Sin embargo el problema no solo está en el que exige sin dar, porque desde un principio esta mal hacerle creer al otro que la bandeja del mozo nunca se puede caer de tanto peso, es decir, el que sirve también se equivoca cuando le hace sentir al otro que no importa cuanto pida, uno siempre va a estar disponible a pesar de estar cansado.

Nos hicieron creer nuestro amor vale más por lo que damos y no por lo que recibimos, y que si damos correctamente se nos va a retribuir con lo mismo, y no siempre es así. 

Porque el inconformista siempre va a buscar la forma de pedirte más, y nunca va a retribuir de forma justa, ya que siempre va a sentir que se le debe y merece más.

Atravesar por esto es tan difícil y es casi imposible dar vuelta la situación, porque cortarle el servicio al otro siempre tiene consecuencias graves, y ni hablar de pedirles que comiencen a servir, porque nunca fue exigido y por ende jamás aprendió lo que es llenar la expectativa de aquel otro que nunca pidió lo que necesita.

Cuando damos demasiado en el amor corremos el riesgo de que cuando tomemos la decisión de comenzar a recibir el mismo amor, jamás vamos a sentir que es suficiente. Porque supimos estar a las corridas por brindar el mejor “servicio” y entregamos todo, incluso más de lo que debíamos. Después sufrimos, por ver que el otro no es ni será capaz de complacer de la misma forma que nosotros, y a veces, tristemente “la propina” se vuelve una limosna y una obligación escasa. 

Casi sin darnos cuenta, el otro que siempre tuvo todo comienza a sentir que ese “puesto” de servir nunca va a ser para él, porque no nació para estar al servicio sino para recibirlo.

Aquí debemos entender y despedirnos del servicio sin culpar a nadie mas que a nosotros mismos, por esperar del otro el mismo servicio que solo nosotros somos capaces de brindar, o que solo nosotros nos comprometemos a dar.

Lastimosamente, algunos no somos tan fuertes y optamos por decirle al otro que vuelva a su comodidad de siempre y volvemos a servir como lo hicimos siempre, sin darnos cuenta de lo agotador y desgastante que se vuelve para nosotros brindar tanto a cambio de nada.

Todos podemos sacrificarnos y dar mas de lo que podemos, la pregunta es; ¿Debemos dar más de lo que podemos?

Quizás, podríamos optar por dar desde un principio lo justo y necesario para que el otro vea que no vamos a dar el 100% de nosotros mismos, podemos dar el 50%, y el resto, es para cumplir con nuestra propia exigencia. Sé que hay veces en las que hay excepciones, y es hasta natural en las relaciones, pero siempre y cuando no sea una costumbre, puede ser tolerable, porque de costumbre, sin darnos cuenta, nos estamos condenando a ser los protagonistas de la felicidad ajena, pero nunca los protagonistas de nuestra propia felicidad. 



Comentarios

Entradas populares de este blog

“El ser es volátil”

“ Reconocer la falta de comprensión de uno mismo como parte de la esencia de conocerse un poco todos los días de acá hasta el día que seamos eternidad.” No entiendo el deseo humano de intentar conocerse a uno mismo al punto de olvidarse de reinventarse. Parte de crecer es entender que nuestro deseo no solo está ligado a la mera conformidad de ser, sino a comprender que, aunque deseemos ser alguien con todas nuestras fuerzas, primero tendremos que transitar la incomodidad de no ser quienes anhelamos. En ese viaje, podemos encontrarnos con versiones de nosotros mismos que resulten más auténticas que los propios deseos por alcanzar. Tal vez, el deseo de ser no implica descubrirnos finalmente, sino conocernos al principio, todos los días, incluso cuando las dudas nos invaden al punto de sentir que nuestro camino parece desvanecerse a lo lejos. Como si el mismo hecho de encontrarnos a nosotros mismos implicara correr hacia algún otro lado donde no se sienta tan incómodo no saber quiénes som...

“Hasta que la muerte nos separe”

Estuve esperando este día mucho tiempo. Hoy es un momento especial para mí, porque significa que dejé de tener miedo de desaparecer de un mundo tan frío y frívolo como este. No busco la muerte, y mucho menos huyo de ella, pero ya no me asusta la idea de dejar que se enfríe todo lo que dejo atrás si me entrego al infierno. Quién sabe, quizás allá, en donde se encuentra el olvido, hay mucha gente que ya no le teme a estar sola, porque simplemente renacieron como almas nuevas, navegando libremente en lo que antes se consideraba pecado. La realidad es que ya no tengo miedo de dejar arder todo lo que desconozco de mí. Allá en la tierra, todo el mundo cree que vive la vida como si no hubiera un mañana, pero yo creo que viven en el mañana como si no existiera un hoy. Estoy cansada de la gente que le teme al fuego, al calor de estar vivo. Ya no busco mitigar el fuego que esconde mi piel, porque cuando siento algo, lo siento en el alma. Lo siento en el cuerpo, vibrando y quemándome las entrañas...

"Mi luz"

Hay una luz cerca mío que me endulza el oído y me narra sus cuentos más deslumbrantes.  Me cuenta sus pesares y la forma en la que aprendió a vivir con ellos. Me narra sus locuras y se alegra cuando me río de ellas. Me anima a ser responsable y también me deja ser impredecible. Me cuida como nadie y también me deja ser libre. Me quiere con todo su corazón y conoce mi sensibilidad.  Cuando dudo de mí, me invita a soñar que estoy volando para que vea desde arriba todas las huellas que fui dejando en los lugares que pisé. Se esfuerza por mantenerme cuerda y al mismo tiempo acepta que tengo mis momentos. Desde que la conocí es una luz que se fue encendiendo con cada sacrificio y cada grandeza. Es una mujer imponente, generosa y luminosa como la luna, pero lo que la diferencia de ella es que no le hace sombra a nadie a pesar de su inmensidad. Esa luz es mi mentora y la voy a llevar eternamente conmigo. Porque aún titilando a lo lejos al igual que una estrella, sé que no es de las f...