Conozco la agonía tan de cerca que me resulta casi incómodo compartir espacio con alguien que oculta el sufrimiento detrás de sus ojos, porque puedo notar que ese alguien que está infelizmente alegre, esconde en esa alegría un dolor, y al observar, queda expuesta la tristeza a través de cortos silencios en donde la mirada se pierde en algún punto fijo del recuerdo, allí nace la famosa incomodidad que se genera cuando el otro nota que lo estamos notando y entonces vuelve a fingir como sabe, como puede y como aprendió, porque las penas que se esconden erróneamente y son reveladas ante otros, exponen ese miedo humano a la transparencia con respecto al sentir, como si la transparencia dejara al descubierto un miedo que sin duda nos condiciona y nos vulnera, esa transmisión de pesar no se puede evitar frente a los ojos de quienes vivieron en carne propia ese sentimiento, porque ese silencio momentáneo se vuelve absoluto, y en ese entonces, afloran las debilidades de cualquier ser que nunca se supo curar o que sin remedio, aprendió a silenciar.
Frente a estas miradas tan reveladoras como cómplices, se crea ese pacto de silencio en el que ambas partes, juran guardar el secreto debelado sin palabra de por medio, porque solo aquellos que conocen y vivieron al dolor en profundidad, entienden que hablar de lo que se pretende ocultar, nos obliga inevitablemente a quebrar.
“ Reconocer la falta de comprensión de uno mismo como parte de la esencia de conocerse un poco todos los días de acá hasta el día que seamos eternidad.” No entiendo el deseo humano de intentar conocerse a uno mismo al punto de olvidarse de reinventarse. Parte de crecer es entender que nuestro deseo no solo está ligado a la mera conformidad de ser, sino a comprender que, aunque deseemos ser alguien con todas nuestras fuerzas, primero tendremos que transitar la incomodidad de no ser quienes anhelamos. En ese viaje, podemos encontrarnos con versiones de nosotros mismos que resulten más auténticas que los propios deseos por alcanzar. Tal vez, el deseo de ser no implica descubrirnos finalmente, sino conocernos al principio, todos los días, incluso cuando las dudas nos invaden al punto de sentir que nuestro camino parece desvanecerse a lo lejos. Como si el mismo hecho de encontrarnos a nosotros mismos implicara correr hacia algún otro lado donde no se sienta tan incómodo no saber quiénes som...
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